Después de las fiestas navideñas, y a la espera de despedir el nuevo año (aunque todavía hoy es fiesta en algunos lugares), no hay nada mejor que relajarse en un porche como éste porque aunque estés en invierno, el calor que emana de una chimenea encendida consigue que no notes el frio que pueda llegar a hacer. Y si con eso no es suficiente, una buena manta ayuda a que esos momentos sean del todo placenteros. Me encanta el punto de rusticidad de la chimenea, construida de piedra y con repisa. Y el cesto de mimbre para la leña. Son dos elementos que junto a las mecedoras de madera crean un encantador espacio rústico y auténtico.
Imagen publicada con permiso de Desire to inspire